viernes, 14 de septiembre de 2007

LA EXPERIENCIA DE DIOS EN EL MUNDO DE HOY

En un mundo tan convulsionado y tan contradictorio al plan salvífico del Dios de Jesucristo, y en un país como Colombia, habitado por la guerra, la pobreza, el odio, el rencor y las muchas necesidades básicas insatisfechas que existen para los pobres y excluidos de la sociedad, se hace necesario hacer viva y real la experiencia de Dios que cada hombre y mujer creyente en Jesús de Nazaret vive y cultiva en lo interior de su corazón, es decir, se hace obligatorio patentizar con el testimonio y con la propia vida, lo que de experiencia de Dios se ha vivido, ya que el mundo de hoy necesita del testimonio de los que en algún momento de su vida han decidido hacer una experiencia de este estilo para descubrir sí verdaderamente existe y es real aquello en lo que se cree. Todo esto, debido a las dudas con la cuales se van encontrando en su proceso de vida cristiana, pues el Dios creador es y será por siempre un misterio, al cual podemos acceder por medio de su Hijo Jesucristo, quien lo expresa de esta manera: “Quien ve al Hijo, ve al Padre.” Y un Dios extraño al mundo no es experimentable, ya que el acontecer de Dios siempre es dentro del mundo, el se hace fenómeno, es decir, se hace mundo y vive dentro del mismo mundo: “Si Dios está realmente en todas partes. Pero no es un fenómeno captable como los demás fenómenos intramundanos. Dios es el Misterio que se entrega siempre, pero que también se reserva; que siempre se revela y siempre se vela; que se comunica, pero sin confundirse con el mundo.”[1]

Todos los días se hace más urgente evidenciar signos que hablen de futuro, de paz entre los hombres, de lugares de encuentro y de amistad, de espacios de diálogo y reconciliación. Todos los días se nos está reclamando un testimonio que como antorcha se eleve sobre la realidad en la que estamos, y se convierta en una luz que pueda señalar la forma como debemos vivir los cristianos para ser verdaderos testigos de la experiencias de Dios en el mundo y de nuestra norma de vida -el evangelio-, el cual nos permite moldear nuestra vida y acciones según el estilo de vida de Aquel que es el misterio de la humanidad y que muchas veces se hace el encontradizo en la búsqueda ansiosa que inicia el ser humano por conocerlo.

Antes de entrar a tratar algunos tópicos sobre la revelación de Dios en la humanidad, se hace necesario saber un poco sobre la procedencia del nombre de Dios, ya que éste es el misterio del cual hablaremos a lo largo de todo este texto: “El sentido originario de la palabra “Dios” surge, no precisamente a través de una afirmación o negación de toda representación de Dios, sino cuando se intenta pensar desde una dimensión más original y más honda que la elabora dichas representaciones.”
[2] Dios es en primer lugar, es un término que sirve para designar algo. La palabra es un término que presupone en la mente del ser humano una idea, es por es que nos atrevemos a decir que todos los atributos de Dios han sido creados por el mismo hombre, por eso la esencia de Dios no es otra cosa que la misma esencia humana, es Dios la proyección del mismo ser humano, podríamos decir que el Dios de Jesucristo es el mismo en el cual el hombre ha aprendido a pronunciar y descubrir su propia esencia.

Antiguamente se consideraba, que para llegar a una experiencia de Dios se accedía a ella por el solo hecho de asumir una actitud piadosa ó una serie de tratados teológicos, bien lo expresa el teólogo de la liberación Leonardo Boff, en su libro Testigos de Dios en el corazón del mundo: “Hablar de experiencia de Dios significa ya asumir una postura crítica dentro de la crisis general de nuestras representaciones sobre el misterio de Dios. Épocas hubo en que se llegaba a una verdadera experiencia de Dios con sólo ponerse en contacto vital con las doctrinas teológicas trasmitidas por la religión y sancionadas por la sociedad.” La experiencia de Dios no puede ser una experiencia directa, Carlos Bravo nos habla de Dos tipos de experiencia: La sensible y la experimental.

En el mundo interno y fenoménico no hay experiencia de Dios, al parecer toda experiencia de Dios no es directa, siempre va ha estar mediada por la realidad, entonces: Qué podríamos decir de la experiencia de los místicos cristianos, como la de santo Domingo de Guzmán, santaTeresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola o santa Teresita del Niño Jesús, entre otros muchos místicos apasionados por Dios que han demostrado a través de sus escritos que su experiencia es mediada en cuanto que se da en un espacio-temporal.

Bravo al hablar de experiencia existencial, dice que es una experiencia inmediata, mediada, dada por los sentidos ó en relación de… la experiencia existencial es un acto hermenéutico, cuando se experimenta algo que no es, se interpreta a través de las preguntas, se hace una serie de valoraciones para luego tomar una decisión, a todo esto lo podríamos denominar, como un acto de la hermenéutica

Ahora bien, no podemos olvidar que toda experiencia de Dios que realiza el ser humano lo conduce al misterio insondable, al misterio que es y sigue siendo oculto para el hombre y el mundo de hoy, un misterio en el cual no alcanzan las palabras para expresar lo que se siente y se vive en una experiencia de búsqueda de la verdad, ya que el mismo misterio por todo lo que encierra no permite que muchas veces se logre leer y captar lo que se pretende, pues pareciera que se hace inefable. Dios es absolutamente trascendente a todo lo que existe o puede existir; es decir, Dios lo penetra todo y está en todo, sabe el movimiento de cada uno de los seres humanos, él no se limita a nada, ya que él desde toda la eternidad ha estado más allá de lo que se puede pensar, bien lo dice san Agustín de Hipona en su libro de las confesiones: “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo fuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.” Con esto que nos cuenta Agustín, podemos decir que de Dios nunca salimos, ya que desde siempre estamos en él. Pero él está más allá de todo.

Diego Andrés cortés Saya ocd.

[1] BOFF, Leonardo. Testigos de Dios en el corazón del mundo. Pg. 54.
[2] IBID. Pg. 50.

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